por Rafael Acevedo
Tanta información es ruido.  Mejor valoro. Ordeno. Uno no hace la paz con la guerra. Lo demás es  ruido.
Tanta velocidad es rumor. Me quedo con algo. Lo retengo. Lo examino.  Pasa el vértigo. No permito que un cadáver se esconda sobre otro cadáver  y esté sobre otro cuerpo y poco a poco van perdiendo el nombre y vamos  olvidando que se trata de lo terriblemente humano que es la muerte,  sentida en carne propia.
Tanta brevedad es, otra vez, ruido. Mejor me detengo. Trato de verle  los colores a las palabras. Sin prisa voy mirando los matices. Lo ricamente  complejas que son las ideas.
Tanta exhibición oculta la desnudez.
Te miro. Me acerco y sólo te escucho a ti. Te retengo y disfruto del  vértigo. Digo el nombre que te invento en carne propia. Sin prisa compruebo  que eres ricamente compleja. Miro tu boca desnudándose.
El autor es escritor y profesor  de literatura de la UPR-RP. (publicado en Diálogodigital)
 
No hay comentarios:
Publicar un comentario